martes, 15 de abril de 2014

Alquiler de Autos en Miami

Despues de tener una mañana apacible y soleada, resulta que a algún listillo le ha dado porque se pusiese a llover. Nunca me influyó demasiado el clima. Nunca sus circunstancias se interpusieron en mi camino, pero hoy si. Lo que menos necesito ahora mismo es la monotonía de la lluvia.

Necesito la espontaneidad de las nubes claras para colocarse en el cielo de una forma inexperta, imprecisa. No necesito para nada el saber hacer de Alquiler de Autos en Miami nubes grises para tapar con oficio y ahínco al Sol.

Necesito ver los brillos holográficos de los cristales de los edificios que se tienden para tomar el Sol primaveral y no la negrura plomiza de la pizarra mojada en los techos.

Necesito ver a las chicas tumbadas con los brazos sosteniendo sus troncos esbeltos en los verdes parques; contándose todo tipo de historias propias de su Alquiler de Autos en Miami tan angelical.

Necesito que la gente despierte de su letargo invernal. Verla por la calle, por el medio de las aceras, sin soportales ni paraguas herméticos de por medio.
http://www.autosdeviaje.com/Estados+Unidos/Miami/
Necesito tomarme algo en la terraza de algún bar, con un parque en frente y poder observar las primeras patadas a un balón de fútbol de un niño que se cree que su padre no es capaz de detener sus fuertes y colocados disparos.

domingo, 6 de abril de 2014

Toletum

(Habíamos subido a la puerta de Alfonso VI, estrecha, con peldaños criminales, pero muy chulo, yo si hubiera sido guerrero me lo habría pasado bomba lanzando saetas protegido por esos anchos muros, cerrando la puerta acabada en filos para cerrar el paso al enemigo y de paso ensartarlos, o lanzando por el huequecillo de una de las paredes aceite hirviendo o cosas por el estilo; otra que también estaba muy chula era una que tenía 9 metros de altura, pero por debajo del suelo. Claro que en esa me di con el techo y para pasar a la última parte casi tengo que pasar de rodillas. Pero el resto...

La sinagoga y la mezquita, por mí las hubiera suprimido. La jefa de estudios, que era la más responsable de los cuatro profesores que íbamos, se tomaba muy en serio su papel de guía una vez que las (sosas) del ayuntamiento nos dejaron solos. Algún chico incluso preguntaba con interés. La orientadora, mientras, protestaba porque tenía hambre. Yo para entonces me había escapado del museo sefardí con los primeros alumnos que habían encontrado la salida.

Antes, dos ANÉCDOTAS (sección especialmente recalcada y dedicada a Yo): un alumno se metió en un hostal para hacer pipí; estaba oscuro y, después de meterse en el baño de las chicas, se dio un ostión contra una viga de hierro. Claro, sus compañeros oyeron el golpe, y corrió como la pólvora la anécdota, incentivada además por el chichón que tenía. Un servidor no pudo abstraerse a los comentarios jocosos, tipo: "chico (esto en honor a ellos), que te vas a cargar Toledo". Luego me presto a contrarréplicas cuando al día siguiente me empotro contra el marco de una puerta (¿qué estaría mirando?...), claro...

Otra alumna de mi tutoría me pasó su móvil en el museo referido en un párrafo anterior: otra de mis alumnas se había perdido. Es para todo lentísima, la condenada. Le dije lo que tenía que hacer para encontrarnos: ¡pregunta!. Cuando encontró a los otros profes, les echó la bronca por perderla, la jodía. A partir de eso, iba casi más como los cangrejos, andando de espaldas para controlar que no se quedase como la ovejita descarriada. Niñaaaaaaaaa, caminaaaa, gritaba cuando la veía pararse en algún puesto.

Andrea catalogos

¡Tranquilidad, que he puesto ese título para llamar la atención! No, no, ni soy calvo, ni rechoncho, ni tengo bigote estrecho, ni voz apagadamente nasal y rimbombante, ni visto traje militar y botas con 10 centímetros de tacón...

Explicación a esa frase, que no es que me haya inventado. Fue el viernes de la semana pasada. En la hora de tutoría, he dejdo que peguen Andrea catalogos, para que así el ambiente de la clase sea no como algo hostil, sino como si estuvieran en su propio cuarto. Bajo mi autorización previa, claro. Así que los carteles de tíos mostrando sus asquerosos, planos y marcados torsos fuera, y los de tías sugiriendo sus (omitiré adjetivos para no ser ventajista) formas, traepacá tampoco.

Bueno, pues resulta que las niñas están enviciadas con un culebrón, Pasión de gavilanes, y han plantado dos o tres con sus protas masculinos. Uno de mis Andrea catalogos, estando yo de pie debajo de uno de esos carteles, me dijo: "Profe, te pareces a ese". La niña que estaba a su lado, lo corroboró: "Es verdad, te pareces a Franco". Y otra de más adelante, a la que le preguntaron su opinión, miró para arriba, para abajo, para arriba, para abajo, titubeo, siguió pensando y al final dio su consentimiento (aunque lo único en lo que nos parecemos es en la cara alargada, pero bueno).
http://zappingblogs.over-blog.com/2014/04/zapatos-andrea-catalogo-andrea-catalogos-digitales.html

Torpezas varias: ayer quería poner en Procesos unas transparencias con ejemplos de imágenes. Para eso, tenía que usar el retroproyector. Después de encontrar uno portátil en la sala de profes (camuflado...), la cuestión era abrir ese chisme. Y después de abrirlo, desplegarlo. Y..., nada, vaya, imposible :s. Así que le digo a una alumna que vaya a buscar a algún conserje, como ella me había indicado antes. Al rato, vuelve, pero con el director, que lo intenta y nada (pensamiento por mi cabeza, mal de muchos consuelo de tontos, ya sé, pero bueno: no era el único torpe...). Más auxilio: aparece el secretario. Y menos mal que éste pudo, que si no me veo a toda la junta directiva tratando de utilizar el maldito chisme... Luego lo único fue que siempre ponía las transparencias del revés.